sábado, 22 de agosto de 2009

La conciencia ética en el ámbito familiar, profesional e investigativo

Resumen

La ética, vista como una serie de normas que rigen la actividad humana, se encuentra en cada uno de nuestros actos, en nuestra forma de ser o de vivir, de tal manera que incide en los distintos ámbitos en los que nos movemos. Promover una conciencia ética, es una responsabilidad que como docentes tenemos y por lo tanto podemos sugerir prácticas específicas que la desarrollen en por ejemplo: el ámbito familiar, profesional y de investigación.


Palabras clave

Etica, familia, profesión, investigación, promover, conciencia.



Al abordar las lecturas de Rojas Soriano y Edgar Morín surgen ideas que ameritan nuestra reflexión y búsqueda de aplicación en la vida profesional y cotidiana. Por ejemplo se antoja pensar acerca del plagio, de la ética, la conciencia o la serie de valores que nos dan identidad como seres humanos pero sobretodo nos permiten reflexionar sobre nuestros propios actos y actitudes que tenemos frente a la vida. Pensar en ello nos ubica muy directamente en nuestra propia conciencia, en aquello que de alguna forma nos dice lo que hacemos bien, lo que hacemos mal o lo que no hacemos y debíamos hacer, es decir nos permite desarrollar, en mayor o menor medida una conciencia ética que guía nuestros pasos, regularmente con responsabilidad y respeto hacia los demás.

Desarrollar una conciencia ética tiene que ver con distintos factores de contexto pero también con las aspiraciones personales que conducen al individuo por diversos caminos que él mismo selecciona. De entre estos factores de contexto seguramente el que tiene mayor incidencia es la educación. Vista desde diferentes ángulos la educación transmite valores, normas o reglas desde el seno familiar hasta la educación que se recibe en las aulas, el trabajo o como parte de una sociedad, es decir la conciencia ética es parte del género humano y como tal no sólo atañe al individuo sino a la humanidad en su conjunto. Edgar Morín nos lo explica de esta forma “Desde ahora, una ética propiamente humana, es decir, una antropoética debe considerarse como una ética del bucle de los tres términos individuo <-> sociedad <-> especie de donde surgen nuestra conciencia y nuestro espíritu propiamente humano. Esa es la base para enseñar la ética venidera.” (p. 101, 2001)

Podemos entonces decir que una conciencia ética se encuentra presente en todos nuestros ámbitos de desarrollo, dicho sea, en el ámbito familiar, en el profesional y sobre todo como estudiantes de una Maestría, particularmente en formación de investigadores. En cada uno de estos ámbitos podemos desarrollar de diferentes formas la conciencia ética, cada cual en su rol puede aportar elementos de promoción y búsqueda ya que, en la medida que halla un nivel de desarrollo más extenso en la población podemos aspirar a una mejor calidad de vida y un avance en la civilidad de la especie humana, así pues, todos somos responsables de difundir esta conciencia, particularmente quienes estamos inmersos en la educación.

Qué podemos hacer en cada uno de estos ámbitos para promover la conciencia ética, por lo pronto, en el ámbito familiar podemos dejar esta tarea a los padres, quienes desde la más temprana edad de los hijos tienen la oportunidad de formarles hábitos que en conjunto acabarán por desarrollar una disciplina y una vez obtenida ésta, será sencillo que los hijos se mantengan bajo las normas aprendidas. La tarea de los padres consistirá en definir previamente, qué pretenden enseñar a sus hijos en cuanto a una conciencia ética, prácticamente ellos deberán tener claro el código de ética a implementar y ponerlo en práctica en su propia vida, de ese modo la tarea resultará más sencilla pues iniciarán enseñando con el ejemplo. Es importante definir previamente lo que se desea, pues si por ejemplo se le quiere enseñar al hijo a no decir malas palabras, los padres no deberán decirlas nunca frente a él y, si ellos tienen ese hábito, es importante que primero lo apliquen en sí mismos antes de iniciar la enseñanza hacia los hijos. En este punto es importante mantener consistencia entre los hechos con lo que se desea enseñar para que cada acción implique un refuerzo.

Promover la conciencia ética en el ámbito familiar pareciera sencillo pero desde mi punto de vista no lo es, porque es justo en la familia donde más se reproducen los malos hábitos y las deficiencias en la cultura. Por esa razón, la tarea más importante de los padres es reflexionar y de alguna manera, determinar las normas éticas que pretenden desarrollar en la familia pero sobre todo, seguirlas.

Por otra parte, en el ámbito profesional la conciencia ética que más se encuentra presente es la ética profesional, que desde mi punto de vista se contrapone a la negligencia, es decir al hacer o tal vez el no hacer lo conveniente o lo que se debe. Todos los profesionistas debieran actuar con ética profesional, hasta cierto punto es sencillo actuar así, pudiésemos decir que con hacer bien lo que nos enseñaron es suficiente, podríamos incluso recordar el juramento que hicimos al momento de la titulación, donde se habla de ejercer la profesión con honestidad. Esta última palabra que nuevamente se opone a la negligencia, encierra un cúmulo de acciones que de ponerse en práctica, reflejarían inmediatamente el valor de la persona que la aplica.

Por mi parte, en mi ámbito profesional relacionado con la educación a distancia me enfrento al plagio, mismo que se deja ver en la copia, por parte de los estudiantes, de información de Internet sin citar la fuente, lo que propongo y que de alguna manera se ha puesto en práctica es, la formación de una conciencia ética mediante mensajes motivadores, donde se le hace ver al alumno las consecuencias que tiene para su aprendizaje el simplemente copiar y no procesar la información, para realizar esta práctica se requiere preparación del docente en el aspecto pedagógico porque no ser trata tan sólo de decir al alumno que está mal, sino porqué lo que hace no es adecuado y además qué se le propone hacer para evitarlo, esto es, proporcionar al alumno técnicas de aprendizaje adecuadas para el procesamiento de la información.

Al igual que en el ámbito familiar es importante considerar que para que estas prácticas surtan efecto, es necesario que el docente las siga y constantemente las ponga en práctica, porque si él mismo tiene malos hábitos e incluso en su práctica acostumbra el plagio, no podrá infundir una conciencia ética porque de entrada no es honesto consigo mismo. De acuerdo a Rojas Soriano, el docente tiene una gran responsabilidad en la promoción de una conciencia ética, particularmente en la prevención del plagio. “Los docentes debemos hacer que los estudiantes conozcan la gravedad de dicho fenómeno a fin de que esta práctica bastante frecuente se destierre poco a poco de nuestro país.” (p. 1, 1992)

Por último, en nuestra formación como investigadores la formación de una conciencia ética es vital para complementar nuestro proceso de aprendizaje pues de ello depende la calidad de nuestros trabajos y muy probablemente de nuestro futuro profesional. Lo que podemos hacer para ayudar a desarrollar nuestra conciencia ética es la implementación del código de ética que hemos desarrollado en nuestras sesiones presenciales pero fundamentalmente hacernos conscientes que nuestra labor afecta a otros y que de nuestro buen desempeño profesional depende en buena parte la mejora de la cultura de nuestro país. Tal vez muchos de nosotros no nos dediquemos a la investigación, sin embargo aprender a trabajar con la responsabilidad que implica realizar un trabajo de cuyos resultados, probablemente dependa un proyecto, un proceso o la difusión de cierta información, debiera ser suficiente para actuar con responsabilidad, honestidad y sobretodo ética profesional.

En conclusión, la conciencia ética es una práctica que a todos nos atañe, particularmente a los docentes nos corresponde difundirla y promoverla como una forma de vida, como algo natural que nos permita vivir y convivir con respeto, honestidad y fortaleza como seres humanos.


Referencias


Morín, E. (2001) Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. UNESCO, México.


Rojas, R. (1992), El plagio en el trabajo científico, en Formación de investigadores educativos, Plaza y Valdés, México.

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